top of page

EL SOBREVIVIENTE - CAP. 2

Cuando Yect Harrinzon me dio esa respuesta, sentí mucho dolor en mi pecho, con sinceridad y sin temor a ser juzgado por mi condición le respondí: “Necesito ayuda” agache la mirada y sentí cómo diminutas lagrimas llenaban mis ojos, la vergüenza por llorar en público se habían quedado en el paradero el día anterior, el rostro de mi esposa por la preocupación de la situación y la sonrisa de mi hija se veían reflejadas en esas lagrimas, y continué: “Estoy casado con una gran mujer, quizás no perfecta, pero ha soportado por todo este tiempo mis errores, aciertos, triunfos y ahora el fracaso. Tengo una hija de año y medio que me ha hecho cambiar mucho, ¡mejor!, nos ha hecho cambiar a los dos, y para mi es muy duro no poder responder en la casa, salgo a trabajar todo el día pero lo que gano no es mucho, la multitud de metidas de pata en los negocios e inversiones nos tienen endeudados hasta el cuello y no sé qué hacer, por eso al verte anoche supe que me podrías dar un consejo o dirección para comprender lo que estoy viviendo y salir de éste estado”.


Yect Harrinzon agacho la mirada y me dijo: “Entiendo por lo que estas pasando” seque mis lagrimas y suspire, sentí un gran alivio, la verdad me hacía falta hablar con alguien de mis penas. Nos dirigimos hacia un parque cerca de donde estábamos y nos sentamos a conversar.




Yect Harrinzon me empezó a contar su vida: “Mi mamá tuvo tres hijos, y entre ellos fui el segundo, mi hermano mayor se llama Juan y mi hermana menor se llama Sharon. Cuando tenía la edad de 14 años mi papá se fue de viaje hacia Holanda con el objetivo de mejorar su condición laboral y darnos lo mejor, pero resulta que su viaje no era solo por cuestiones laborales, fue la escusa para irse con su amante, cosa que nos enteramos cuando a los seis meses de haber partido, mi mamá recibe una visita que le dio la amarga noticia. Recuerdo tanto ese día, que su imagen de tristeza aun está plasmada en mi memoria, ella no sabía si llorar, o si decirme que pasaba, creo que no parpadeo por mucho rato, luego agacho la mirada y sus lagrimas no pudieron contenerse, le dijo a la señora que fue a la casa: “Muchas Gracias, si hablas con él, dile que por lo menos hable con los hijos, que los llame, ya que cuando lo llamo no me contesta, ellos lo necesitan”.

Al escuchar lo que Yect Harrinzon me estaba contando, decía dentro de mí: “Quien ve a éste hombre tan exitoso, no se imagina lo que ha vivido” y le dije: “Tenas esa situación”.

Yect Harrinzon: “Sí, muy duro, eso marco nuestra historia de vida. En ese tiempo vivíamos en Argentina y mi mamá decidió que nos viniéramos a vivir acá en Colombia, nos decía que unos familiares nos iban ayudar, porque mi papá no quiso darle dinero, ni para ella ni para nosotros ¿por qué? no lo supe”.

Camilo Zta: “¿Pero le preguntaste a tu papá por qué lo hizo?”

Yect Harrinzon: “No supe de él hasta que un día nos llamaron y nos informaron que estaba muerto, mejor dicho, que lo habían matado”

Camilo Zta: “Ha! ¿ Cómo así!?”

Yect Harrinzon: “Sí, nos quedamos sin respuesta, sin saber de él y sin entender el por qué, de muchas cosas de todo lo que pasó con mi mamá”

La alegría de un niño jugando con su perro tomó el momento, luego el silencio me puso a pensar, y al ver a Yect Harrinzon decía dentro de mí: “Parece que no lo ha superado, su rostro cambio”.

Yect Harrinzon: “De ésta situación que viví, aprendí que como hombres debemos de entender que si nos relacionamos con otras personas, si ya no queremos vivir más con ellas, por lo menos dar una explicación, decir el motivo de todo, y ¡más!, cuando hay niños involucrados, porque necesitan saberlo, así no se crean ideas o les crean ideas de lo sucedido, aunque lo mejor es que las parejas busquen ayuda para que los hogares no se afecten, ya que eso trae mucho dolor”


Camilo Zta: “Me imagino, no me toco vivirlo, pero he visto muchos casos”

Yect Harrinzon: “Es mejor que no lo vayas a vivir, no dejes que esa situación económica los divida, de ninguna manera”

Camilo Zta: “Si, necesito ganar mucho dinero para llevar a la casa, y así suplir las necesidades de mi esposa y de mi hija”

Yect Harrinzon: “Entiendo, pero déjame decirte que todo no es dinero en la vida, yo sé porque te lo digo”


Camilo Zta: “Si entiendo, pero usted sabe que con plata todo se arregla, eso sí menos la muerte, pero en su mayoría, el tener dinero, puede solucionar muchos problemas”


Yect Harrinzon me miro fijamente y sonrió: “Hay muchacho”. Me sorprendió esa expresión, por un momento me sentí burlado, medio me quise enojar, pero me contuve, dije dentro de mí: “Por algo me lo dirá”. Yect Harrinzon se puso de pié y me dijo: “Necesito irme, veámonos mañana en éste mismo lugar ¿te parece?"


Camilo Zta: “Si claro, muchas gracias por atenderme”

Yect Harrinzon: “No, de que, gracias a ti”

Él tomo su camino y yo el mío, no mire para dónde se fue, no quise seguirlo, solo pensaba y pensaba dentro de mí sobre esa expresión y lo que me dijo: “Hay muchacho” ¿Qué me habrá querido decir con eso?


Bueno, entre en mi realidad otra vez, ¿Cuál es? No tengo dinero para hoy y las necesidades me están llamando, así que me dirigí hacia el cajero a ver si ya me habían consignado, así que decidí ir hacia un centro comercial, eso me distraería un rato.


Al llegar me acerco al cajero y veo una leve fila en espera y decía dentro de mí: “Que bueno, estas personas vienen, sacan dinero y sin preocupación van y compran, me gustaría estar así de relajado”. Bueno, me toco el turno en el cajero, esta vez ya podía ver la pantalla con claridad, el cansancio no estaba en ese momento, introduje la tarjeta, seguí los pasos, mire mi saldo y…


 

EL SOBREVIVIENTE, PERDÍ MUCHO, PERO LO GANE TODO

DERECHOS RESERVADOS

bottom of page